RITMO Y COLOR
Espacio GASTRO GALERÍA ICARIA en Avda. Santa Lucía, 63
ALCALÁ DE GUADAIRA, SEVILLA
1 Diciembre 2022- (PRORROGADA HASTA NUEVO AVISO)

INAUGURACIÓN DÍA 1 DE DICIEMBRE DE 2022
A LAS 20,30 HORAS
EXPOSICIÓN DEL 1 DE DICIEMBRE HASTA FECHA POR CONCRETAR
GASTRO GALERÍA ICARIA, Av. Santa Lucía, 63
RAFAEL CERDÁ “RITMO Y COLOR”
La Galería Icaria inició su andadura en diciembre de 1999 en Alcalá de Guadaíra con una exposición colectiva en la que participaron importantes artistas sevillanos. En su primera etapa en Alcalá de Guadaíra y en su segunda en Sevilla expusieron artistas como Miguel Pérez Aguilera, Rubén Guerrero, Pedro Simón, Rodríguez Silva, entre otros. Especialmente significativa fue la exposición titulada “Los chicos del maíz” en la que participaron importantes artistas del inicio
del año dos mil como los miembros de la The Richard Channin Foundation (Miki Leal, Fernando Clemente y Juan del Junco) junto a otros artistas que en esos momentos iniciaban su andadura
artística.
En esta tercera etapa abre un nuevo espacio en Alcalá de Guadaíra, con el nombre Gastro Galería Icaria, con la exposición de pinturas titulada “Ritmo y color” del artista Rafael Cerdá, natural de Montoro y afincado en Alcalá de Guadaíra. Artista que ya expuso individualmente y en colectivas en la primera etapa de la galería. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, obteniendo en 1979 el Premio Extraordinario Fin de Carrera al número uno de su promoción. Desde 1980 ha compaginado la actividad artística con la docencia como
Catedrático de Dibujo de Bachillerato. Pintor, escultor y grabador, tiene esculturas de gran formato en espacios públicos en Montoro (Córdoba), en el Parque Centro de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) y en Jaén. Artista con una amplia trayectoria que se ha hecho merecedora de numerosos
premios a nivel nacional e internacional. Cuenta con más de medio centenar de exposiciones individuales e innumerables exposiciones colectivas en galerías y Museos nacionales e internacionales. Ha participado en ferias de Arte como Estampa, Arte Sevilla, Art-Expo de
Barcelona, Art-Jaén y Arco 07 y 08. Su obra está representada en Museos e importantes colecciones de arte.
Con el título de “Ritmo y color” nos presenta un conjunto de obras abstractas sobre diferentes soportes como lienzo, metacrilato y papel. En éstas lo fundamental es el movimiento de las masa de color sobre referentes estructurales capaces de sostenerlos visualmente. La fuerza de los colores cálidos y brillantes, y las fugas de cada uno de los movimientos, siempre muy intencionados, generan espacios muy expresivos que trascienden los principios plásticos.
Los ritmos de colores que suben y bajan, atraviesan el espacio o flotan en éste, asumen los argumentos plásticos y la carga simbólica que pudiesen tener. Es pintura pura, basada en sus reglas internas, en las posibilidades que éstas ofrecen en el ámbito creativo con plena
independencia de cualquier atisbo de la realidad visual.
Adjuntamos texto de Andrés Luque Teruel, Profesor Titular de Hª del Arte de la Universidad de Sevilla.
Rafael Cerdá, ritmos de colores ascendentes.
Andrés Luque Teruel
Profesor Titular de Hª del Arte de la Universidad de Sevilla
Los ritmos de colores fundamentan la obra de Rafael Cerdá, de manera que cada uno de sus cuadros abstractos presentan, primero, una relación directa entre la trama básica en la que se advierte cierto sentido tectónico y los colores que la transitan; y, en segundo lugar, y entre éstos, una serie de movimientos, protagonizados por grandes trazos que surgen entre
manchas diversas, la mayoría de las veces complementarias, aquéllos, por lo general,ascendentes o, cuanto menos, ingrávidos.
Los colores ocupan así toda la superficie y, sea como soporte, o como grandes trazos, auténticos brochazos, o manchas babosas o veladas, inician movimientos en todas las direcciones, incluidas las diagonales internas con las que genera superposiciones que configuran espacios indefinidos y ciertos; auténticos no lugares velados bajo los brochazos ascendentes del primer plano. De ese modo, cada pintura abstracta de Rafael Cerdá presenta un nivel de sugerencia sólo superado por la dinámica de los movimientos que los determinan y, al mismo tiempo, los simulan.
La pintura abstracta de Rafael Cerdá tiene un claro fundamento plástico, es pintura concreta, un juego de ritmos, singular en cada caso, en el que los distintos elementos, siempre materia pura de color, transitan espacios comunes cuya naturaleza nunca queda clara; mas es firme en tanto que existe, como confirman los desplazamientos de esos colores, las entradas y salidas de ellos en todas las direcciones. No hay en ello la mínima complacencia estilística, nada que lo relacione de modo concreto con ningún pintor por importante que éste fuese ni con ninguna tendencia concreta de las Vanguardias Históricas o de las Segundas Vanguardias,
excluidos, claro es, los paralelismos con el Expresionismo Abstracto Norteamericano.
Cada trama de pintura concreta adquiere una condición expresiva singular con la intervención, decisiva, de un amplio brochazo que recorre la mayor parte de la superficie, transitando todos los niveles, flotando, ingrávido, y confirmando, a la vez, la existencia de ese espacio sugerido, que se presiente; aunque no se vea de modo preciso y sea necesario
aprehenderlo a través de las reglas específicas de la pintura, incluidas las veladuras que multiplican las posibilidades y son fundamentales en la configuración. Nada queda al azar, eso lo distingue de la pintura de acción, cuyos resultados supera con sorprendente naturalidad.
Una de las características que mejor definen la pintura abstracta de Rafael Cerdá es cómo flotan esos colores, cómo se impulsan entre sí o se mantienen ingrávidos entre otros sostenidos con sentido constructivo simulado por la complejidad de las superposiciones, las ocultaciones y los desvelamientos; y, con ello, el talante expresionista que le roporciona una tremenda fuerza y le otorga sentido. En ese complejo proceso, aprovecha, como pocos, las cualidades simbólicas de los mismos para evocar sensaciones puras, que no necesitan el apoyo en ninguna forma procedente de la escala visual. Eso hace que ninguna pintura sea igual; aunque todas respondan a una misma concepción, a un modo de pintar consolidado, consciente de sus fundamentos y de las posibilidades expresivas que se sustentan al unísono en los movimientos y la transmisión directa de las emociones que trasladan los colores.
En definitiva, la pintura abstracta de Rafael Cerdá tiene un fuerte componente expresionista; mas éste es complementario en su desarrollo último, pues, en realidad, no tiene nada que ver con la acción o el azar, sino procede de un planteamiento conceptual que rige procesos muy reflexivos en los que la solución gestual, si la hay, sólo es un elemento más en el resultante de la configuración. Puede decirse que estás abstracciones presentan espacios indefinidos, confirmados por los movimientos de grandes masas o brochazos movidos de color, sólo supeditados a los ritmos que los relacionan. También que Rafael Cerdá consiguió con ello un pleno dominio de una propuesta creativa basada en desarrollos formales sustentados en ritmos que animan las relaciones internas de sus configuraciones, esto es, en la proyección de sus necesidades expresivas mediante la intención estructural y los colores con los que dispone y experimenta a partes iguales y según sus estados de ánimo.
Tampoco debe olvidarse la actividad de Rafael Cerdá como escultor, género en el que se emplea en métodos contemporáneos, como la forja y las planchas metálicas trabajadas en frío y soldadas, con los que desarrolla un lenguaje básico, casi minimalista, muy avanzado.
